Traductor

English plantillas curriculums vitae French cartas de amistad German documental Spain cartas de presentación Italian xo Dutch películas un link Russian templates google Portuguese foro de coches Japanese catálogos de Korean entrevistas a Arabic Chinese Simplified

Declaración de Principios


ESPIRITUALIDAD CRISTIANA EN RESISTENCIA

Los cristianos en resistencia que forman la Red de Comunidades Cristianas en Resistencia (RCCR), tratan de asumir los principios esenciales de los discípulos de Jesús. Se destacan los siguientes:

      1ª)- Espiritualidad liberadora
Creemos en el único Dios salvador de la humanidad, que se manifiesta en todas las religiones y todas las iglesias, conforme a las culturas, regiones y circunstancias históricas en las que se han desarrollado cada una, aunque las respuestas humano-creyentes de cada confesión religiosa adolezcan de diversas deficiencias y hasta de escándalos. “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra” (Jn 8,7). Creemos en un solo Dios y un mismo espíritu.
Asumimos el ecumenismo y la interreligiosidad. La unidad en la pluralidad de las confesiones religiosas y cristianas,  -que han de fijarse más en lo que las une que en lo que las separa-, puede ayudar a evitar guerras y conflictos, contribuyendo a la paz y la justicia. El principio de la tolerancia es el que nos debe unir, sin importar el credo, si se tiene y el nombre que Dios adopte.
Jesucristo y sus enseñanzas han de ser el motivo central de nuestra vida y accionar, la luz que ilumina nuestro comportamiento con los seres humanos. De ahí, que sea importante las relaciones frecuentes con él, sobre todo, más que con rezos, con amistosos diálogos y emotivas contemplaciones de su sorprendente humanidad  y su inmensa divinidad, de conformidad con la revelación que descubrimos críticamente en la Biblia, en la realidad social, en la comunión eclesial y en la sorprendente naturaleza. Para ello, debemos estar abiertos y preparados a todas las críticas, internas y externas, evitando caer en el fanatismo.
Nuestro estilo de vida ha de ser comunitario y solidario, admitiendo la pluralidad democrática  edificada desde la tolerancia y la liberación del ser y de la acción explotadora y esclavizadora, con una clara opción por los pobres y oprimidos, así como un compromiso socio-político para la construcción de una sociedad fraterna y un medio ambiente limpio. Siempre en resistencia contra la explotación promocionaremos la justicia social, según el momento histórico en el que nos encontremos. (En la etapa actual, nuestro compromiso ha de ser analítico, animoso y libre, desenmascarando a las fuerzas retrógradas y explotadoras e ir apoyando crítica y democráticamente a la Resistencia Popular).
Nuestra mística será creyente, orante y militante; democrática, renovadora, reformadora y revolucionaria. El Reinado de Dios liberador que Jesús nos mostró, está siempre actuando contra el poder tenebroso de la explotación. Como cristianos y cristianas, con humildad y sencillez, debemos responsabilizarnos de que sea posible el plan libertario del Reino de Dios para un mundo mejor. “El Reino de Dios padece violencia opresora, y sólo los esforzados contribuirán a la pacífica hermandad de los pueblos” (Mt 11,12).
Como  Jesús, que “vino a servir y no a ser servido” (Mt 20,28), aspiramos a ser servidores de los marginados de la historia sin rehuir esfuerzos y riesgos, unidos a las organizaciones socio-políticas y religiosas que los defienden, sin afanarnos por los cargos, pero aceptándolos con responsabilidad y madurez cuando democráticamente así lo consideran las bases.
“La mies es mucha y los obreros pocos” (Mt 9,37), dijo Jesús; por ello estaremos abiertos a establecer relaciones fraternales con otras organizaciones hermanas, (de los pueblos y etnias de Honduras, de Latinoamérica y de otros continentes), ya sean creyentes o laicas, que trabajan por un mundo mejor. Con la misión de superar la explotación del hombre por el hombre anunciaremos, de acuerdo con nuestra vocación, el proyecto social y creyente de la RCCR a favor del bien común, que revisaremos cuando sea necesario conforme a los “signos de los tiempos” (GS 4,11) que se vayan manifestando en el devenir de la historia.
      2ª)- Viviendo en comunidad
Las Iglesia como pueblo de Dios en marcha, ha de ser comunidad de comunidades. Pues así comenzaron los primeros cristianos (Hch 2,42-47; 4.32-37). En cada lugar, los miembros de la RCCR, verán la forma de organizarse comunitariamente.
Asimismo y en donde se considere conveniente, podrán los cristianos en resistencia vivir la fe liberadora integrados a otras comunidades de base locales, en donde dialogarán la mejor manera de ser discípulo de Jesús. Así, en el intercambio de ideas y experiencias, enriqueceremos y seremos enriquecidos con la vivencia cristiana de todos.
La familia es la célula básica de la sociedad y es, así mismo, la iglesia doméstica. Los familiares que están con nosotros, como hijos e hijas de Dios, son verdadera imagen y semejanza divina; aunque tengan defectos, nuestra actitud para con ellos debe ser de sinceridad, nobleza, fidelidad, perdón, orientación, servicio, abnegación, dedicación y protección. “Lo que hagamos por nuestros familiares, lo hacemos por Dios” (Mt 25,40).  
Los cristianos y cristianas en resistencia, han de saber armonizar las responsabilidades familiares, con las tareas socio-políticas y comunitario-eclesiales. Ese triplete de  compromisos, son complementarios y enriquecedores, aunque a veces surjan dificultades y haya que dar preferencia a uno de los tres.
En la sociedad se maltrata a los seres más indefensos, niños, mujeres humildes, ancianos y marginados. Los cristianos y cristianas en resistencia han de ser testimonios vivos de buen comportamiento, tratando de animar a los sectores populares para que, juntos, colaboremos en la erradicación del patriarcalismo y el machismo contra las mujeres y el abandono de los niños.
      3ª)- Formación permanente
Se ve necesario implementar la promoción integral, tanto en cada comunidad local (más espontánea), como a nivel de la RCCR (más programada). El plan de formación general podrá centrarse primordialmente en temas económicos, políticos, socio-culturales, ambientales, teológicos y socialistas,sin descartar otros que se vean necesarios.  
A su vez y cuando las circunstancias lo ameriten, se decidirá la conveniencia de organizar talleres específicos sobre economía socialista, democracia popular participativa, análisis de la realidad desde la perspectiva de clase, geopolítica global, problemática latinoamericana, emancipación de la mujer, derechos humanos, multinacionales depredadoras del medio ambiente, papel de las comunidades de base, ecumenismo, reforma de la Iglesia y otros.
El plan de formación actual va funcionando bastante bien. Está sirviendo de consolidación, tanto personal como global de este novedoso movimiento de cristianos en resistencia.
      4ª)- Difusión y crecimiento
El dar a conocer la RCCR en los sectores, las zonas y los ambientes en donde lleguemos, tanto a creyentes como a agnósticos, ya es contribuir a la causa de una Iglesia y una sociedad mejores. Eso sí, basados en el mandato del Señor: “Id y anunciar la Buena Noticia del Reino a todas las gentes” (Mc 16,15). De ahí que no debemos escatimar medios de difusión, tales como talleres, artículos, folletos y programas radiales o televisivos; así también, asambleas, reuniones, charlas y celebraciones; incluso  cualesquiera otros medios que consideremos oportunos.
      5º)- Compromiso liberador
Jesús, nos dio unos criterios claves para distinguir a sus discípulos auténticos de los que no lo son tanto, pues nos dijo: “Por los frutos se les conocerán que son mis discípulos” (Jn 15,8). Y en otra ocasión afirmó: “No todo que el que dice Señor, Señor (rezos a Dios) entrará en el Reino, sino el que hace la voluntad de mi Padre (servicios a los seres humanos)” (Mt 7,21). Pero, ¿cuál es la voluntad de Dios? En el Evangelio de Jesús está claro: liberar al oprimido (Lc 4,18), hacer bienaventurados a los pobres (Lc 6,20), dar de comer al hambriento (Mt 25, 34-40). Es decir, defender la dignidad de la clase oprimida y sus derechos humanos. Eso sí, sin odios, ni venganzas, ni violencias. El mundo irá siendo transformado de brutal en humano, por el amor solidario y pacífico de los fieles al Señor  junto a los humanistas laicos.
Los cristianos y cristianas en resistencia, han de saber pasar de la oración a la acción y de la acción a la oración; La contemplación nos ha de impulsar al compromiso y el compromiso nos ha de llevar a la contemplación.
Dado que nuestra opción es cristiana y socio-política, el compromiso lo realizaremos a los niveles personal, grupal o como RCCR: A) En las iglesias, parroquias, comunidades y movimientos religiosos. B) En las organizaciones populares, campesinas, estudiantiles, laborales, ecológicas, profesionales o ciudadanas, integradas o no, al FNRP.
En el compromiso, dos cosas son vitales: culto a Dios y justicia al empobrecido. Pero, según el Evangelio, el culto ha de estar supeditado y en función de la justicia social. Pues “quien no ama al hermano que ve (justicia), miente cuando dice que ama a Dios a quien no ve
(Culto)” (1Jn 4,20-21). El mejor culto a Dios es dignificar al hermano (imagen de Dios) que sufre, construyendo una fraterna sociedad, desarrollando las ciencias y respetando el medio ambiente.
La acción de los y las creyentes en resistencia, han de manifestarla con: anuncios emancipadores a favor de los empobrecidos y represaliados, y denuncias reprobadoras contra los enriquecidos y represores.
Los hechos liberadores de los cristianos y cristianas, unidos a los varones y mujeres de buena voluntad, irán encaminados hacia: la ayuda humanitaria, la promoción humana, la defensa de los derechos humanos, las reformas sociales y la transformación social. La RCCR, da prioridad a las reformas sociales de las estructuras injustas (agrícolas, empresariales, laborales, educativas, políticas…), así como a la transformación liberadora del Estado capitalista en Estado solidario, es decir, al compromiso socio-político crítico junto a las organizaciones del pueblo. Eso sí, sin que por ello se tenga que abandonar las otras tareas.
Asimismo, para enfrentar a explotadores y opresores los actos simbólicos (como el de Jesús contra los mercaderes del Templo [Jn 2,13-22]), pueden tener un papel concienciador, movilizador y renovador importante, tales como: pancartas, manifestaciones, concentraciones de protesta en vías públicas o ante edificios oficiales, ayunos y huelgas de hambre, sociodramas populares, encadenamientos como símbolo de la opresión que padece el pueblo  en lugares públicos y cualesquiera otros actos simbólicos que se vean convenientes en cada momento.
La reivindicación de justicia y derecho para los explotados forma parte esencial y vital de nuestro compromiso cristiano y humano. Debemos usar los medios de comunicación, propaganda y difusión, incluidos los medios electrónicos, para luchar pacíficamente por la satisfacción de las necesidades de los oprimidos.
Incluso celebraciones creyentes en las iglesias o ecuménicas, marchas o procesiones de protesta y de denuncia contra actos de injusticia de los dominadores, pueden ser necesarias para hacer avances en la liberación de los oprimidos.
6º)- Riesgos posibles
“Si a mí me persiguieron, también les perseguirán a ustedes” (Jn 15,20), nos advirtió Jesús. Los cristianos y cristianas en resistencia, debemos prepararnos personal y comunitariamente para asumir con entereza la represión, si es que llega; es decir hemos de saber cargar con la cruz liberadora (Mt 10,38-39; 16,24-26; Mc 8,34-37; Lc 9,23-25; 14,27). “Eso sí, procediendo como el mismo Profeta de Nazaret aconsejó: “No angustiaros ni acobardaros cuando os persigan y os calumnien, pues ese día será grande en el Reino” (Mt 5,21). Además, si llegara a ocurrir, “no os preocupéis de lo que vais a decir ante los represores, pues será el Espíritu quien os inspirará” (Mc 13,11).
Hay que ayudar al pueblo a bajar de la cruz (I. Ellacuría) aunque en esa solidaria acción seamos nosotros crucificados; pues “nadie tiene mayor amor que el que da la vida por los amigos” (Jn 15,13). Cuando el pueblo está padeciendo la represión y la muerte, el hambre y la violencia, el desempleo y la emigración, es una buena noticia que entre los creyentes haya mártires por la causa de la justicia, decía el obispo Romero en El Salvador, asesinado por ser el pastor y profeta de los pobres.
Aún teniendo en cuenta los riesgos, debemos actuar con prudencia para evitar la agresión de los poderosos contra nosotros, nuestras organizaciones, nuestras comunidades y contra los sectores populares del pueblo. “Sean astutos (prudentes) como serpientes y sencillos (bondadosos) como palomas” (Mt 10,16), dijo Jesús. “Cuando les persigan en una ciudad, huyan a otra, aconsejaba Jesús a sus apóstoles” (Mt 10,23). Hacemos, pues memoria solidaria con nuestros hermanas y hermanos que han tenido que refugiarse en otros zonas o países ante las amenazas de los poderosos.
Los cristianos y cristianas en Resistencia, habrán de ser capaces de sufrir con entereza las represalias, cuando no sea posible evadirlas, pero tratando de impedir que éstas recaigan sobre los demás, acordándonos de la aptitud de Jesús a favor de los apóstoles cuando fue apresado: “Si me buscáis a mi dejad que estos se vayan” (Jn 18,8), dijo a los soldados. Frente a la demagogia de desaprensivos líderes de organizaciones populares que conducen a los manifestantes a riesgos mayores de los necesarios, debemos medir nuestras fuerzas para evitar todas las represalias que sean posibles a los militantes de base.
7º)- Celebrando a los mártires
Los cristianos en resistencia, tendrán siempre presente a los mártires de la represión por un mundo mejor. “Quien no celebra a sus mártires no los merece”, decían los primeros cristianos perseguidos por el imperio romano en la Antigüedad. Por ello, la terea de dar nombre a los anónimos asesinados (ya vivificados) para celebrarlos periódicamente, es vital para los creyentes que conmemoran a Jesús crucificado y resucitado de entre los muertos.
Los mártires ya han triunfado en el Reino de Dios. Ellos, unidos a Jesucristo, son la luz, la senda, la guía y la fuerza para mantenernos en una vida de ilusión y compromiso por el pueblo.
Resumiendo
Los cristianos y las cristianas pertenecientes a la RCCR, tratarán de vivir humana y cristianamente: una espiritualidad liberadora, una vida comunitaria, en formación continua, difundiendo la Buena Noticia del Reino de Dios, y en permanente compromiso de resistencia al opresor y de liberación del oprimido; así como asumiendo los riesgos y celebrando a los mártires.
Frente a las tinieblas de la muerte, levantemos las luces de la vida.